martes, 6 de mayo de 2014

ROMA: LA LEYENDA DE RÓMULO Y REMO

Dice la leyenda que Ascanio había fundado la ciudad de Alba Longa sobre la orilla derecha del río Tíber. Sobre esta ciudad latina reinaron muchos de sus descendientes hasta llegar a Numitor y a su hermano Amulio. Éste último destronó a Numitor y, para que no pudiese tener descendencia que le disputase el trono, condenó a su hija, Rea Silvia, a ser sacerdotisa de la diosa Vesta para que permaneciese virgen.
A pesar de ello, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Rómulo y Remo. Cuando éstos nacieron, a petición de Amulio, fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta que encalló en la zona de las siete colinas situada cerca de la desembocadura del Tíber, en el mar.
Una loba, llamada Luperca, se acercó a beber y les recogió y amamantó en su guarida del Monte Palatino hasta que, finalmente, les encontró y rescató un pastor cuya mujer los crió. Ya adultos, los mellizos repusieron a Numitor en el trono de Alba Longa y fundaron, como colonia de ésta, una ciudad en la que ser Reyes, situada en la ribera derecha del Tíber, en el lugar donde habían sido amamantados por la loba.

La leyenda también nos cuenta como Rómulo mató a Remo. Cerca de la desembocadura del Tíber había siete colinas. Rómulo y Remo discutieron sobre en cual de ellas fundar la ciudad y decidieron consultar el vuelo de las aves. Rómulo vio doce buitres volando sobre el Palatino y Remo sólo divisó seis en otra de las colinas. Entonces Rómulo, para delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro en lo alto del monte Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el único y primer Rey de Roma.

La recién fundada Roma fue creciendo rápidamente llegándole inmigrantes de todos los lugares, pero el número de mujeres era escaso. Los habitantes temieron entonces que su ciudad solo duraría una generación si no conseguían suficientes mujeres para procrear a sus hijos, así que envió embajadas para conseguir mujeres en los pueblos vecinos, pero sus celestinos fueron todos rechazados. Los romanos decidieron conseguir hembras por la fuerza y bajo el mando de Rómulo. Fingiendo no estar resentidos, ofrecieron unos juegos en honor a Neptuno, a los cuales llamaron 'Consualia'. Se invitaron a vecinos de algunas ciudades latinas y a los sabinos cercanos y efectuaron en medio de los juegos el secuestro de las mujeres aprovechando que sus vecinos habían traído a sus hijas. Los padres de las doncellas huyeron y los romanos se escudaron acusándolos de violar su hospitalidad. Rómulo al parecer logró calmar a las jóvenes y con el paso del tiempo, los secuestradores consiguieron ganarse su afecto al demostrar que eran buenos esposos. Rómulo tomó como esposa a Hersilia, noble sabina, con la que tendría dos hijos: una hembra llamada Prima y un varón llamado primero Aolio, pero posteriormente Abilio.

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