lunes, 5 de mayo de 2014

AMULETOS: LA BULLA

La bulla o bula (del latín, bulla, "burbuja"), en la Antigua Roma, era un colgante que llevaba dentro un amuleto que se ponía a los niños varones nueve días después de su nacimiento. Se llevaba alrededor del cuello, como amuleto para proteger a su portador contra los malos espíritus.
Los niños romanos nacidos libres seguirían llevando la bulla, junto a la toga praetexta, hasta la edad de portar la toga viril, a los 16 años, cuando pasaban a la edad de la adolescencia y llegaban a ser ciudadanos romanos. Se guardaba entonces con sumo cuidado, consagrándola a los dioses Lares o a Hércules. La podían volver a sacar en ocasiones especiales, como cuando llegase a general y dirigiera un desfile triunfal de sus tropas. El ponerse la bulla durante esas ceremonias le protegería contra las fuerzas del mal y las envidias de los hombres. Incluso, los más pobres, en su momento llevaban por bulla un nudo en su cinturón.
Normalmente redonda (también en forma de corazón o saco) usualmente se colgaba al cuello y podía contener diferentes amuletos protectores en metal o piedras preciosas pero también plantas.
Su utilización, se extendió desde las capas más ricas, la de nacidos libres hasta los libertos y finalmente, los siervos, sucediendo como en otras civilizaciones anteriores, donde la creencia en los beneficios de este tipo de amuletos, al principio, hacen que sean utilizadas las bullas por unos pocos y luego las terminan utilizando hasta los sectores sociales más bajos.
Las niñas no llevaban bulla sino otro tipo de amuleto, como lúnula, hasta la víspera de su matrimonio, cuando se la retiraba, al mismo tiempo que sus juguetes infantiles. Entonces, dejaban de usar ropa de niña y empezaban a usar vestidos romanos de mujer.


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