viernes, 21 de marzo de 2014

TIPOS DE CULTOS ROMANOS

La religión romana consistía, igual que entre los griegos, en un conjunto de cultos. Había dos clases de cultos: los del hogar, que unían estrechamente a la familia, y los públicos, que estimulaban el patriotismo y el respeto al Estado. En la época imperial se añadiría el culto al emperador. En términos generales, se trataba de una religión tolerante hacia todas las religiones extranjeras, pues los romanos acogieron a dioses griegos, egipcios, frigios, etc. También era una religión contractual, pues las plegarias y ofrendas se hacían a manera de pacto con los dioses, es decir, para recibir favores, y si el creyente entendía que la divinidad no le cumplía, dejaba de rendirle culto.


En cada familia se rendía culto a distintos dioses: el genio familiar, los lares, protectores de los campos, los manes, protectores de la casa, y los penates, protectores de la despensa y los alimentos. El pater familias (el padre de familia) oficiaba como sacerdote, especialmente durante la cena, en donde se hacían libaciones, es decir, derramamiento de vino, leche o miel sobre el lararium, o santuario familiar, en el cual ardía siempre una llama, a la que llamaban hogar. Entre los romanos no había culto a los muertos. Los cadáveres eran incinerados, mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran guardadas en urnas funerarias.

Los dioses de Roma eran de origen latino y etrusco, a los cuales se sumaron con el tiempo divinidades griegas, egipcias y frigias, adaptando los nombres y, en algunos casos, también los atributos. Los principales eran Júpiter, Juno y Minerva, y esta fue la Tríada Capitolina por mucho tiempo. Durante la República, Marte fue de los más importantes y adorados. Los cultos consistían en libaciones, sacrificio de animales, plegarias, etc. Cada acto público, el inicio o la terminación de una guerra, el triunfo en una batalla, etc, estaba vinculado a la celebración de una ceremonia religiosa. Los cónsules tenían atribuciones no sólo civiles, sino también religiosas, de modo que la religión pública era una cuestión de Estado, tolerando, por otro lado, todo tipo de cultos privados, siempre y cuando no fueran en contra de los preceptos religiosos estatales. Ante todo, el culto público era un medio de comunión política que no sólo incluía a los ciudadanos romanos, sino que tendía un lazo de unión sobre la totalidad de pueblos que integraban el Imperio.

Los sacrificios variaron según los tiempos, las circunstancias y la idea que se tenía de cada divinidad en particular. En un principio fueron comunes los sacrificios humanos, pero esta práctica fue pronto abandonada. Por otra parte, se ofrecían frutos en los altares, haciendolibaciones de vino, leche y aceite. Pero el tipo de sacrificio más generalizado fue el de animales. Se derramaba su sangre, se interpretaban los signos de sus entrañas, y se asaba la carne para comerla según las circunstancias. Regularmente solían sacrificar bueyes a Júpiter, toros a Marte, caballos a Neptuno, machos cabríos a Baco, vacas a Ceres y a Juno, ciervas a Diana y cabras a Fauno. El primer cuidado de los sacerdotes era examinar si la víctima estaba completamente limpia; en seguida la purificaban y los asistentes hacían lo mismo con agua lustral echada por aspersión. El agua lustral era agua consagrada por los sacerdotes apagando en ella un tizón encendido, cogido de la hoguera del sacrificio. A esta agua se le atribuían virtudes sagradas. Después de degollada la víctima, la rociaban con vino y la quemaban enteramente, si era holocausto. Por lo general los sacerdotes solían reservar la mayor y mejor parte de la víctima, y daban el resto a los que costeaban el sacrificio. Las ceremonias se concluían con danzas y cantando himnos en honor de la divinidad, pero durante el sacrificio mismo debía reinar el más profundo silencio. Todos los vasos e instrumentos que se usaban durante la ceremonia eran sagrados. A los dioses celestes se inmolaban víctimas blancas, porque el blanco es un color luminoso, y víctimas negras a los dioses del Inframundo. A los Lares se les sacrificaban casi todos los animales domésticos y las golondrinas, porque anidan en las chimeneas.



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