lunes, 24 de marzo de 2014

EL GRIFO Y EL HIPOGRIFO

El grifo (león-águila) es una criatura mitológica, cuya parte superior es la de un águila gigante, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras. La parte inferior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y rabo.





Parece tener su origen en Oriente Próximo, pues se le encuentra en las pinturas y esculturas de los antiguos babiloniosasirios y persas.
Un mito más reciente cuenta que se encargaban de velar por el oro que había en los desiertos del norte de la India. La razón de esta vigilancia podía deberse al deseo de proteger sus crías, puesto que ponían sus nidos en las montañas de las cuales se extraía el preciado metal

El grifo es también un emblema en la heráldica, como el unicornio, el león, el hipogrifo y otros. Al igual que éstos, aparece varias veces en escudos de familia y estandartes. Representa convencionalmente la fuerza, el valor y la vigilancia.

Una hipótesis plantea que el origen real del grifo como criatura mitológica se encuentra en los numerosos restos fósiles de dinosaurios pertenecientes a la familia Ceratopsidae, que se pueden encontrar en gran número en los desiertos de Asia central, especialmente Mongolia.

Los esqueletos aplastados de estos dinosaurios, de boca en forma de pico ganchudo, amplios huesos escapulares, cola larga y patas con pezuñas de varios dedos pueden haber dado lugar a una reinterpretación de los dueños de esos esqueletos convirtiéndose en criaturas mitológicas a falta de un referente real.


El hipogrifo es una bestia mitológico que nace del cruce entre un grifo y una yegua. Su cabeza, alas, pecho y patas delanteras son como las de un águila, característica heredada del padre, y el resto del cuerpo es como el de un caballo, como la madre. El hipogrifo tiene un cuerpo armónico, como el del caballo alado o pegaso.

Se considera al hipogrifo un símbolo de lo imposible, ya que los grifos solían representarse como animales que detestaban a los caballos, cazándolos y matándolos muy a menudo.



viernes, 21 de marzo de 2014

EL FAUNO

Fauno (en latín Faunus, ‘el favorecedor’ ) era, en la mitología romana, una de las divinidades más populares y antiguas.
En las fábulas Fauno aparece como el tercero de los reyes del Lacio, hijo de Pico, nieto de Saturno, y padre de Latino con la ninfa Marica (que también era a veces su madre). Como sus dos predecesores, Fauno había promovido la agricultura y la cría de ganado entre sus súbditos, y también se distinguió como cazador. Igualmente, se creía que en su reinado el arcadio Evandro y Heracles llegaron al Lacio.
Fauno desempeña un papel muy prominente en la historia mítica del Lacio, pues, con independencia de lo que hizo por la agricultura, era considerado uno de los grandes fundadores de la religión del país, por lo que Lactancio le sitúa a la altura de Numa Pompilio. Tras su muerte fue elevado a la posición de deidad tutelar del país, por sus muchos servicios a la agricultura y la ganadería.

Existe la tradición de que Numa, mediante una estratagema, obligó a Pico y a su hijo Fauno a revelarle el secreto de invocar el relámpago desde el cielo y de purificar las cosas golpeándolas con el rayo.





TIPOS DE CULTOS ROMANOS

La religión romana consistía, igual que entre los griegos, en un conjunto de cultos. Había dos clases de cultos: los del hogar, que unían estrechamente a la familia, y los públicos, que estimulaban el patriotismo y el respeto al Estado. En la época imperial se añadiría el culto al emperador. En términos generales, se trataba de una religión tolerante hacia todas las religiones extranjeras, pues los romanos acogieron a dioses griegos, egipcios, frigios, etc. También era una religión contractual, pues las plegarias y ofrendas se hacían a manera de pacto con los dioses, es decir, para recibir favores, y si el creyente entendía que la divinidad no le cumplía, dejaba de rendirle culto.


En cada familia se rendía culto a distintos dioses: el genio familiar, los lares, protectores de los campos, los manes, protectores de la casa, y los penates, protectores de la despensa y los alimentos. El pater familias (el padre de familia) oficiaba como sacerdote, especialmente durante la cena, en donde se hacían libaciones, es decir, derramamiento de vino, leche o miel sobre el lararium, o santuario familiar, en el cual ardía siempre una llama, a la que llamaban hogar. Entre los romanos no había culto a los muertos. Los cadáveres eran incinerados, mientras se pronunciaban discursos de alabanzas al fallecido, y las cenizas eran guardadas en urnas funerarias.

Los dioses de Roma eran de origen latino y etrusco, a los cuales se sumaron con el tiempo divinidades griegas, egipcias y frigias, adaptando los nombres y, en algunos casos, también los atributos. Los principales eran Júpiter, Juno y Minerva, y esta fue la Tríada Capitolina por mucho tiempo. Durante la República, Marte fue de los más importantes y adorados. Los cultos consistían en libaciones, sacrificio de animales, plegarias, etc. Cada acto público, el inicio o la terminación de una guerra, el triunfo en una batalla, etc, estaba vinculado a la celebración de una ceremonia religiosa. Los cónsules tenían atribuciones no sólo civiles, sino también religiosas, de modo que la religión pública era una cuestión de Estado, tolerando, por otro lado, todo tipo de cultos privados, siempre y cuando no fueran en contra de los preceptos religiosos estatales. Ante todo, el culto público era un medio de comunión política que no sólo incluía a los ciudadanos romanos, sino que tendía un lazo de unión sobre la totalidad de pueblos que integraban el Imperio.

Los sacrificios variaron según los tiempos, las circunstancias y la idea que se tenía de cada divinidad en particular. En un principio fueron comunes los sacrificios humanos, pero esta práctica fue pronto abandonada. Por otra parte, se ofrecían frutos en los altares, haciendolibaciones de vino, leche y aceite. Pero el tipo de sacrificio más generalizado fue el de animales. Se derramaba su sangre, se interpretaban los signos de sus entrañas, y se asaba la carne para comerla según las circunstancias. Regularmente solían sacrificar bueyes a Júpiter, toros a Marte, caballos a Neptuno, machos cabríos a Baco, vacas a Ceres y a Juno, ciervas a Diana y cabras a Fauno. El primer cuidado de los sacerdotes era examinar si la víctima estaba completamente limpia; en seguida la purificaban y los asistentes hacían lo mismo con agua lustral echada por aspersión. El agua lustral era agua consagrada por los sacerdotes apagando en ella un tizón encendido, cogido de la hoguera del sacrificio. A esta agua se le atribuían virtudes sagradas. Después de degollada la víctima, la rociaban con vino y la quemaban enteramente, si era holocausto. Por lo general los sacerdotes solían reservar la mayor y mejor parte de la víctima, y daban el resto a los que costeaban el sacrificio. Las ceremonias se concluían con danzas y cantando himnos en honor de la divinidad, pero durante el sacrificio mismo debía reinar el más profundo silencio. Todos los vasos e instrumentos que se usaban durante la ceremonia eran sagrados. A los dioses celestes se inmolaban víctimas blancas, porque el blanco es un color luminoso, y víctimas negras a los dioses del Inframundo. A los Lares se les sacrificaban casi todos los animales domésticos y las golondrinas, porque anidan en las chimeneas.



LA BOCA DE LA VERDAD

La Boca de la Verdad (Bocca della Veritá) es una enorme máscara de mármol de fama mundial, de la que se cuenta que mordía la mano de aquél que mentía.
Boca de la Verdad
Boca de la Verdad
La legendaria escultura de enormes dimensiones, cuenta con un diámetro de 1,75 metros, está dedicada al Dios del Mar representado por un rostro masculino con barba, con los ojos, la nariz y la boca perforados.
Según la leyenda, un marido que desconfiaba de su esposa la llevó ante la Boca de la Verdad para comprobar su fidelidad. La mujer reaccionó fingiendo un desmayo y su amante la recogió en sus brazos. Después de esto, la mujer juró ante la Boca de la Verdad que sólo había estado entre los brazos de su marido y del hombre que acababa de recogerla.
Esta es tan sólo una de las muchas leyendas que existen sobre la famosa escultura que, con el paso de los años, continúa generando una enorme expectación.
Actualmente se dice que si metes la mano y mientes, la máscara cierra la boca y te corta la mano.

ADIVINACIÓN Y SACRIFICIOS

A los romanos les preocupaba mucho el futuro. Por eso, siempre, antes de tomar una decisión, consultaban al augur, que les decía si era correcto o no tomar esa decisión.
Los augures eran los que veían lo que iba a suceder y tenían cierta conexión con los dioses.
Además, éstos interpretaban los sueños, así como las respuestas de los oráculos, y la ira de los dioses, aconsejando cómo protegerse de ellos.
Lo que más satisfacía a los dioses según las leyendas, eran los sacrificios, y por eso, era un acto muy importante en ésta cultura.Todo estaba minuciosamente reglamentado. Se escogía un animal, eligiéndose, el color, el sexo, el estado en el que se tenía que encontrar... Una vez elegido, se llevaba a un altar adornado con guirnaldas y cintas. Para purificarlo, se le rociaba con migas de una masa hecha con harina y sal. Después de dejar a la vista las entrañas del animal, entraban en escena los arúspices, que eran los que se encargaban de comprobar el estado de las vísceras. Se quemaban las entrañas y el resto de la carne se les ofrecía a los asistentes.

NECRÓPOLIS ROMANA EN LORCA

La presencia romana en Lorca está atestiguada por numerosos hallazgos pero no se ha podido situar con toda exactitud dónde estaba la necrópolis de Eliocroca. El hallazgo en el paraje conocido como Casa de las Ventanas, a cuatro kilómetros de la ciudad, cerca de la rambla de la Torrecilla, de una extensa zona de enterramientos cuya delimitación fue difícil porque eran bancales de continuada explotación, hicieron creer en un tiempo que se trataba de la necrópolis de Eliocroca.
Actualmente se dispone de información arqueológica que permite situar, en las laderas del Castillo y las tierras próximas al valle, un importante poblamiento en los siglos II y I antes de Cristo, y esa población, probablemente, utilizó para sus enterramientos la necrópolis ibérica de la Corredera. De esa zona se estima que procede la lápida de L. Rubellius, en base a su cronología antigua y a estar reutilizada como simple piedra en el portal de una casa lorquina desde el siglo XVIII. El cementerio de la Casa de las Ventanas queda excesivamente alejado, más de cuatro kilómetros del núcleo de población y no estaba situado en las inmediaciones de la Vía Augusta.
Hay documentada una necrópolis romana de incineración fechada en los siglos I y II después de Cristo, en las excavaciones realizadas en el glorieta de San Vicente para hacer el aparcamiento. El cementerio de Eliocroca entre los siglos V y VII estuvo situado entre las calles Selgas, Granero y Alfonso X.

miércoles, 12 de marzo de 2014

LAS CATACUMBAS

Las catacumbas son galerías subterráneas que algunas civilizaciones mediterráneas antiguas construyeron y utilizaron como lugar de enterramiento.
Las más conocidas son las catacumbas de la ciudad de Roma.

Las catacumbas son por encima de todo cementerios. Las múltiples galerías o corredores que se multiplican en todas ellas no son sólo para acceder de un lugar a otro sino que están destinados a ser ellos mismos un cementerio. Sus paredes están repletas de nichos donde se disponen los cuerpos en horizontal, divididos en niveles. Puede haber hasta 12 niveles en algunos lugares; en otros, solo 3. Todo depende de la altura de la galería construida además de la solidez de la roca. Los corredores son largos y estrechos, tanto, que malamente pueden caber dos personas que se crucen. Se cortan los unos a los otros de mil maneras y el resultado es un verdadero laberinto que puede llegar a ser peligroso si no hay un guía conductor.





Servían también como lugar de culto en determinadas ocasiones. En tiempos difíciles y de persecuciones, la comunidad cristiana se refugiaba para llevar a cabo los misterios religiosos. Por eso, en infinitud de lugares, se encuentran verdaderas criptas o iglesias en las que se recibían los sacramentos o se escuchaban sermones. En este caso, dichas iglesias constaban de dos estancias, destinadas cada una a cada sexo. Algunas son bastante grandes y en el centro se encuentra el altar. Las paredes y bóvedas estaban revestidas de estuco y sobre el estuco, las pinturas.


En algunos casos tenían luz solar que entraba por una abertura que daba al campo y que servía también para introducir los cadáveres. Pero estas aberturas no eran muy frecuentes; lo común era que la iluminación se diese por medio de las lámparas de bronce suspendidas de la bóveda por unas cadenas. Las galerías también tenían su iluminación con unas lámparas de arcilla que se ponían en los entrantes de los propios nichos. Hoy, todavía, se pueden apreciar las manchas de humo.
Eran, además, refugio en tiempos difíciles. A comienzos del siglo II, se sabe que San Alejandro buscó asilo en una de ellas, y en el siglo III, San Calixto vivió largo tiempo en la que hoy lleva su nombre. Durante los siglos posteriores las catacumbas siguieron ofreciendo esta posibilidad de asilo.

INTRODUCCIÓN: BIENVENIDO A NUESTRO BLOG

La cultura de la antigua roma posee miles de tradiciones, costumbres, rituales, etc.
En este blog, nuestros objetivos son acercarte a todas ellas para que las conozcas a fondo y puedas descubrir cómo vivían religiosamente los antiguos romanos.
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